Juan Leyva «Sobran poetas, lo que faltan son lectores»

Una caja de Resistencia es una institución temporal basada en el apoyo mutuo y la solidaridad. Las cajas de resistencia son utilizadas para aliviar la situación económica de trabajadores que se vean perjudicados en las acciones sindicales como protestas reivindicativas o huelgas de larga duración.

Pero una caja de Resistencia es también un alivio con unas manchas rectas sobre un libro. Manchurrones que con gafas de aumento se convierten en palabras, y juntitas todas, componen una especie, según los ilustrados, de versos escupidos desde el aliento de un tipo con ganas de inquietar. Una caja de Resistencia también es un poema, o poemario, un Poemarx de Benedicte, un libro protestón, reivindicativo, una balada decomisada de alejandrinos y versos paroxítonos. Una caja de Resistencia es una de esas magníficas obras ganadoras del Premio de Poesía Ciudad de Badajoz, que algunos años después, y tras arroparse de desidia digital, ha cogido polvo en la carpeta de entrevistas y ha decidido dar su primeros pasos, sola, en el infinito del internet, en el abismo de las redes sociales. Juan Leyva es su piquete, un Cojo Manteca con tuit por muletas…En el 68 fueron los estudiantes en el 2018 los jubilados. Es decir, los mismos…En 1936 fue un golpe de estado. En 2019 un gobierno reconocido por el Tribunal Supremo…

Dice Leyva que escribe desde que sabe escribir, que escribe con las tripas; no llenas, sino fuera, que escribe hasta que le sale algo de poesía, o no sale nada, en cualquier caso es mejor que pegarse un tiro o planchar una tarde de domingo. A veces cree que todo lo que ocurre parece una tragicomedia, y que España se explica con Berlanga, Gila y Buero Vallejo.

Nos dice que la poesía es una escalera que cruje, un quedarte a centímetros de decir algo claramente, algo que no te das cuenta de lo que es hasta que alguien te da un beso con su lectura o te cierra y deja de saludarte.

De padre militar, su mili familiar consistió en rozar ciudades, San Sebastián, Reus, Valencia, Palma de Mallorca y Zaragoza, destino final por cuestiones de amor. Esto último obligado a dejarlo en la solapa del libro por su editora. Cuestiones de frescura editorial.

Cada vez que cierra una librería, se pierde una oportunidad de ser menos esclavos.  Juan Leyva

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Escribes diariamente, o al menos lo hacías, en las redes sociales, algo que nos parece un esfuerzo, dedicarle tiempo a este desahogo…¿Se trata de un ejercicio para mantenerte vivo?

El fondo no lo he pensado mucho pero creo que es una forma de rebeldía, una especie de necesidad de comunicar. Creo que las redes sociales, aunque están para otras muchas cosas, bajo mi punto de vista son unas herramientas que me obligan también a escribir, porque de otra manera, a lo mejor con un diario o con un blog me desentiendo. Hay veces que digo, prefiero perder el tiempo tomando unas cañas con los amigos y muchas veces ahí tiene que haber poesía, no digo que no, pero lo que puede haber casi seguro es una borrachera y dices bueno pues casi vamos a hacer una excepción, vamos a escribir un poquito a ver que tal como sale. Se trata de hablar de otra manera ¿Cómo puedo hablar de otra manera sin dejar de ser yo? Ese es el reto que tiene cada persona que escribe, que pinta o hace fotografías.

Nos da la sensación de que cuando te leen, los que te conocen o los que empezamos a conocerte, con leer ciertas estrofas o ciertas frases nos acercamos a ti en el sentido de que tiene que ser de Juan Leyva…eso es lo que te hace especial tu poesía.

Yo pretendo que se reconozca una persona cuando lo lee o sea que hay ahí un trozo de mí, a mí también me pasa eso. Yo también he sentido esa cosa, dicho de una manera o de otra pero que en el fondo no sea solo un estilo que hable de algo que realmente nos afecta. Es una cuestión entre dudar de ti o creer un poco, muchas veces dudas de si lo que escribes tiene algún mérito o algún valor.

Tienes tu trabajo, tu actividad  y lógicamente suponemos que vivir de la poesía es muy difícil, o quizá ese no es tu objetivo…

No, no es la idea, porque vivir de la poesía…no sé quizás de la novela histórica, de los vampiros, de las sombras de Grey y todo eso pues quizá sí. Te pones a trabajar y a lo mejor aprovechas alguna racha, e incluso puedes vender algún libro. Pero la poesía se mantiene y es bueno que se mantenga al margen, creo que no es una cuestión de consumo, es una cuestión de identificación, de que estás reflejando un tiempo que estás viviendo y lo tienes que hacer con tu propia voz con lo cual se trata de viajar. Hay una especie de biografía de tu paso por la vida a través de la escritura donde tienes que hablar de cosas duras y tiene que hablar de cosas que muchas veces no tiene que ver con la cara amable de la vida, tienes que meterte ahí, en el barro y decir -No, yo soy tan perdedor o más que tú, te lo voy a demostrar y te lo voy a poner aquí. Aunque siempre hay que dejar una puerta de esperanza, es como cuando dices no escribas con las tripas, pero se no se trata de venir con el estómago lleno a dar lecciones de nada sino se trata de meterte ahí y decir ¿Qué me pasaría a mí sí yo fuera aquel personaje que estoy viendo?

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Existe un punto crítico en tu poesía, además de una manera muy trabajada e irónica de descifrar los elementos que componen tu obra…no sabemos si también forman parte de tu forma de ser y tu forma de pensar.

La vida tiene que tener humor, la poesía tiene que tener humor, tiene que tener esperanza, tiene que tener crítica y tiene que tener una salida. Hay que dejar siempre una salida, para cerrar un libro con la decepción, con el desastre, con el magnetismo de algunas cosas. Yo no estoy defendiendo a un poeta maldito como podría ser Leopoldo María Panero,  absolutamente no me gusta esa idea, creo que aparte que es insuperable, cada personaje, cada figura y cada poeta no debe intentar de imitarlos, es algo ridículo, no aporta nada.

Estás reflejando un tiempo que estás viviendo y lo tienes que hacer con tu propia voz con lo cual se trata de viajar

Nos ha parecido formidable lo qué has comentado sobre el premio y la poesía en general…estás muy contento por el Premio Ciudad de Badajoz, por estar en la ciudad donde te lo han concedido, por lo que has escrito, pero también estas muy feliz de que el libro premiado se lea en cierta manera, el que se abra un libro, no sólo el mío, el que sea, has transmitido en este sentido con muy pocas palabras, una modestia cargada de estima por la cultura, por la literatura en grandes términos…

…Yo no soy nada especial, yo soy un transmisor de algo, hay muchísima gente que se dedica al arte y yo me quedo prendado cuando los veo, cuando los oigo, veo las fotografías, las pinturas. Es muy difícil ganar un premio y es una suerte que te lo den, pero ya que me dan la voz para decir algo, que no sea solamente gracias por el premio y por el cheque.  No tengo que ir con un macuto vendiendo el libro ni dando el coñazo por ahí a familiares y vendiendo como si fuera alguien de los seguros, me da la oportunidad el Ayuntamiento de Badajoz o dónde caiga para decir: ¡Oiga lean!…lo que sobran son poetas lo que faltan son lectores.

Montar en bici para llorar. Leyva nos habla de su pasión por correr, de escapar de algo, de dar zancadas asonantes para recordar las rimas de la droga, que en los 80 se llevaron a su hermano, el SIDA no le dejó llegar a los cuarenta. Una terapia, como una forma de decir el mundo es distinto a estas horas, cuando ves a una persona corriendo a las seis de la mañana en pleno invierno y te cruzas con ella, los dos nos miramos, lo necesario para escribir esa poesía y decir, algo nos pasa y no quieres llegar a la cuesta y piensas algo nos pasa y hay una mirada de complicidad atávica.

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El jurado, con Jaime Álvarez Buiza en la presentación nos hablaba de esa caja de Resistencia sindical pero ¿Es tu caja algo menos laboral, más visceral?

Sí, es una excusa. La caja de Resistencia como dijo Jaime, tiene en común esa caja sindical, pero los sindicatos mayoritarios en este país no tienen caja registrada, no quiere decir nada pero mi caja se remonta a esa labor que realizaban desde el corazón hace años. Estamos hablando de unos sindicatos donde había solidaridad, donde había casi amor por la persona que estaba haciendo un acto de generosidad. Pero mis poemas no van por ahí, porque creo que todos tenemos nuestra forma de resistir en la vida, ya no se trata de vencer ni se trata de ganar, se trata de resistir. He pretendido que los poemas hablen un poco de toda esa resistencia que el género humano tiene que articular a lo largo de su vida durante todo el tiempo y hablo pues desde cuestiones de la infancia hasta la persona que está en una residencia.

Hay una poesía que se llama Resistencia que habla de una persona que tiene más de 100 años y está en una residencia y se ve obligado a resistir pero él ya no quiere resistir porque el sistema le conduce a que tiene que seguir resistiendo…él ya ha dejado de oler el viento, de poder leer con la vista, de poder escuchar música con los oídos…ya no le quieren tocar…le tocan a través de unos guantes de látex…oye su propia respiración como si fuera la gota de un grifo que cae y que está metida en una jaula de huesos…encima le van a conmemorar porque es un señor mayor y va a venir el alcalde o un concejal una mañana…pero el lo que quiere es marcharse, pero claro marcharse dejando un rastro de vida que está ahí y forma parte de la resistencia y que vienen sus familiares a verlo algunos domingos está aparcado como un carro de supermercado en un polígono en una residencia y claro lo piensa todo eso y dice -Yo no soy este ya, y no quiero ser nada más, me quiero ir.

Con Juan Leyva sentimos aplomo, un instante de pausa dentro de la bomba digital, de la locura de las redes, del totum revolutum del ego poético…Soy una fibra óptica, soy un cable pelado que está en el suelo, a mí me van a coger cuatro personajes y me van a pegar un tajo porque soy de cobre y tengo esa mala suerte. El poeta vive en la línea sutil del analógico y el digital, aunque el contenido, como demuestran sus punzantes tuits carecen de épocaYo hubiera podido ser un cable de teléfono de toda la vida, de esos que ahora compran la gente como una cosa vintage, como la bombilla del cuerpo de bomberos de un pueblo de California  que ha durado más de cien años...ya nos están diciendo que estamos viviendo mucho, la cosa cambia, lo que nos rodea está programado para que termine pronto…quién sabe si también la poesía, o la forma de expresar la poesía.

La vida tiene que tener humor, la poesía tiene que tener humor, tiene que tener esperanza, tiene que tener crítica y tiene que tener una salida

Seguimos hablando de música, de ciudades, de cine…Hay que saber diferenciar entre películas y cine, no todas las películas son cine y el cine sí que son películas pero más que nada por sus autores como Bergman, Polanski, Buñuel o Berlanga. Estos cineastas han estado definiéndonos constantemente diciéndonos: ésto es lo que somos, no te olvides de eso. Eso es mucho más importante que cualquier régimen político que pueda llevar un país y más transformador y revolucionario, un elemento cultural que perdura porque además transciende y mucha gente se reconoce.

Hablamos de elementos reconocibles por los ciudadanos, de base cultural, donde la poesía a veces se hace poco accesible, ¿Qué limites posee este país para alcanzar estas características esenciales con la cultura del mainstream que nos envuelve?

Yo tengo un límite, el límite es mi propia existencia y mis propios recursos. Yo voy al Corte Inglés y me corto el pelo pero porque yo me abandono, lo de menos es el Corte Inglés, es que yo ya paso de mí y de lo que hay alrededor, ¿Ya has visto ese partido? Pero si son 22 millonarios entreteniéndote a ti, que tú eres pobre como yo ¿Pero qué haces? ¿Qué dices? ¿De qué ciudades me hablas? Si pone aquí Otaysa, pero si eso es dinero, están jugando el dinero, no están jugando las ciudades yo me paro cuando veo a los niños jugando que ponen dos montoncitos como poníamos antes de jerséis que hacen de porterías y un balón, me paro ahí porque eso si que es un partido de fútbol, porque ahí ves todos los componentes sociales, el líder, el defensa, el delantero, el hábil, el que no es hábil y lo ponen de portero.

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Ahora toca ponerte de portero y para saber qué haces a la hora de evadirte ¿Qué obra o autor te ha mandado al otro lado del mundo de la imaginación?

Me impresionó mucho Orwell, sobre todo porque hay una coherencia entre lo qué dice y lo qué hace en su vida, que a mí me parece sobrecogedor. Me impresiona Orwell porque me parecía como muy sencillo leer a Orwell, también me impresionó mucho John Kennedy Toole cuando leí La conjura de los necios, también me tocó que se suicidó con 39 años,  y esa madre de autor entregada, llevando los manuscritos de editor en editor y todo el mundo le cerraba la puerta hasta que hubo alguien que dijo –Esto es la historia de Estados Unidos contada a través de un tipo totalmente desastroso, o sea esto es el antihéroe total. Era una nueva forma de ver las cosas, efectivamente te metes con todo pero sin decir yo estoy por encima de eso, no tú estás dentro de eso, eres la misma mierda. Podría decir muchos nombres da autores…me gusta mucho la literatura central europea, los rusos como Tolstói, son más difíciles de seguirlos pero en realidad siempre es lo mismo y las adaptaciones están por hacer en muchas cosas,

Todo el mundo tiene que escribir porque es una terapia, igual que correr, yo nunca voy a ser un atleta de élite ni estaré en las olimpiadas pero lo mismo que uno corre o hace ciclismo pues puedes y debes hacerlo porque es un acto el cual el homosapiens pasa ya a otra categoría, a poder transmitir mediante la escritura, mediante símbolos y signos el mundo interior, es un acto muy natural como el correr, es el huir de la amenaza.

Entrevista. Willy López | Fotografía. Félix Méndez

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